Da escalofríos comprobar lo perversos que eran los miembros de la Inquisición. Conocía alguno de los métodos de tortura empleados, pero jamás me había imaginado que había tantos y tan crueles.
Mujeres, hombres, niños, culpables ó inocentes, en público ó en la más silenciosa intimidad, ninguno estaba a salvo de caer en sus manos. Se valían de artefactos para causar dolor y finalmente, una muerte lenta, agonizante y segura.
LA SIERRA
Observando el dibujo, éste instrumento de tortura no necesita muchas explicaciones. Debido a la posición invertida del reo, se asegura suficiente oxigenación al cerebro y se impide la pérdida general de sangre, con lo que la víctima no pierde el conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e incluso el pecho, según relatos del siglo XIX.
LA PERA
Eran forzados en la boca, recto o vagina de la víctima y allí expandidos a fuerza por el tornillo a su máxima apertura. El interior de la cavidad en cuestión era irremediablemente mutilada, y casi siempre fatalmente. Las puntas al final de los segmentos servían para cortar mejor la garganta, los intestinos y el cervix. El uso de la pera originalmente fue ideado para aquellas mujeres que habían sido encontradas culpables de la unión sexual con el diablo o sus familiares.
TORTURA DE AGUA
Estandarizado en Francia pero usado a través de la cristiandad la tortura mantenia al procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera, le colocaban una toca o un trapo en la boca, deslizándolo hasta la garganta; luego, el verdugo procedía a echar agua lentamente, produciéndole al infeliz la sensación de ahogamiento.